EDUCACIÓN INTERCULTURAL ANTIRRACISTA

IN MEMORIAN José Ángel Álvarez Cienfuegos
Por Chema Castiello del Grupo Eleuterio Quintanilla


Buenos días a todos y bienvenidos a este acto en homenaje y recuerdo de José Ángel Álvarez Cienfuegos; nuestro querido Cienfu.
Hace poco más de un año recibíamos una mala noticia. Una pésima noticia. Cienfu estaba hospitalizado con una avería curiosa. Y desde entonces sabíamos que había llegado el tiempo del sufrir y el deambular por el lado amargo de la vida. El encuentro fatal con una muerte que a todos se nos antojaba injusta, prematura.
Estoy seguro, porque lo hablé en muchas ocasiones con quienes preguntabais cómoestaba Cienfu, que la noticia nos llenó a todos de estupor y mala hostia. Un tipo como un castillo, fuerte, inteligente, lúcido, bueno, inquieto, veía detenerse su andadura, por la fatalidad de una maldita enfermedad que te consume paso a paso. Y, desde entonces, veníamos rumiando que un buen día, cualquier día, tendríamos que reunirnos para decirle adiós, para despedirnos de él, para acompañar a su familia, para abrigarnos mutuamente.
Como muchos de los aquí reunidos, conviví con Cienfuegos desde la época en que “Nosotros mismos / Quizás muy diferentes / Deambulábamos / Con sueños y canciones en los labios”. Nos encontramos en Gesto, al calor de un maestro, José Luis García Rúa, que iluminó como un destello a unos jóvenes de extracción popular sin noticia alguna del mundo en que vivían. De aquellos años de juventud conservo una pena que aún no he sabido digerir. Añado hoy otra, la de Cienfuegos, con quien, estoy seguro, seguiré conversando. Como lo he hecho durante más de cuarenta años.
Hablar de Cienfu es hacer mención a una vida intensa y apasionada, regida siempre por un profundo afecto por los suyos. Militó denodadamente en la causa de la libertad, la honradez y la justicia cuando ello entrañaba más de un riesgo y porfió en ello cuando se nos arrebató aquel horizonte de esperanzas. Fiel a sus ideas, contribuyó a crear los nuevos escenarios en que nos agrupamos, para pasar el largo invierno, los que aún albergamos la esperanza en que otro mundo es posible.
Y así, apasionado del saxofón, fue el alma de un grupo de activistas que hizo de la música un motivo de alegría para acompañar marchas callejeras de gente cabreada por mil y un motivos, todos justificados; y organizar fiestas populares donde los cabreados solemos divertirnos, que pelea y fiesta son cara y cruz de un mismo impulso.
Y compartí con Cienfuegos la apasionante tarea de construir la educación como la pensaron aquellos viejos ilustrados que veían en la cultura el camino que conducía a la libertad humana y a sociedades justas. Cienfuegos era un maestro. Un extraordinario maestro. Capaz, querido por sus alumnos y compañeros, entregado a su tarea, sin sosiego, haciendo y rehaciendo siempre su plan de trabajo, sus materiales... Sin descanso. Sabiendo que su trabajo, más allá de una forma honrada de ganarse el pan, era crucial para otras gentes.
Desde hace años participábamos en el Grupo Eleuterio Quintanilla, un colectivo de profesores centrado en comprender el mundo en que vivimos y en pensar la educación como un instrumento que evite de nuevo la barbarie. El último trabajo del Grupo, PENSAD QUE ESTO HA SUCEDIDO, una obra centrada en el recuerdo de las víctimas de la barbarie nazi es, en gran medida, idea suya. Defendía que los relatos del infierno, los testimonios de las víctimas, relegados en la historiografia al uso, constituían una pieza esencial en el estudio de aquellos dramáticos años. Tales relatos permitirían a los estudiantes conocer el pasado -que no han vivido-, criticar el presente -en el que viven- y desear o anhelar un futuro en el que nunca más Auswitch vuelva a repetirse.
Y ahora que el Grupo está haciendo de la poesía el centro de la educación sentimental de una generación joven que necesita aprender los sufrimientos que entraña la desigualdad y la injusticia para elaborar un discurso de acogida y convivencia, ahora que necesitaríamos de su agudeza, de su creatividad y su pasión de persona libre, nos vemos obligados a despedirle.

Amigos, amigas, a estas alturas de la vida, y sin que nos diéramos cuenta, constatamos que nos ha pasado el tiempo. Tendremos así que acostumbrarnos a saber que nos falta Cienfu. Que lo hemos perdido. Que somos uno menos. Que seguimos el camino tomando en cuenta que a nuestro lado hay vacíos que ya nadie llena. Tan solo el recuerdo.

Permitidme concluir con un poema de Marcelijus Martinaitis, reclamando la trascendencia de quienes como Cienfuegos entendieron la vida como una apuesta ética por la dignidad humana.

Si soy un árbol que han de talar un día,
No me convirtáis en vallas,
No me hagáis leña.

Hacedme puente,
Puerta o umbral:
Lugar de encuentros.


Que así sea. Hasta luego, amigo.


PARA VENIR A HABLAROS A ESTE ACTO...
Por Begoña Álvarez Cienfuegos


Para venir a hablaros en este acto, lo primero que se me ocurrió fue buscar las palabras más hermosas del mundo para traéroslas. Esas palabras que sin duda hacen mejor tonalidad con su ser, con su modo auténtico de estar vivo, con el lúcido brillo que emanaba siempre de su mirada y de su palabra.

No tardé en darme cuenta de que por muchas que consiguiera engranar, siempre me iban a parecer escasas. Creo también que cada uno de vosotros tenéis vuestros recuerdos, vuestra experiencia vital compartida a su lado… y es vuestra.

Además, yo no puedo hablar de Jose en pasado, no a viva voz, no sin él. Elijo mejor hablaros un poco de mi tiempo vivido y compartido con él.

Para mí, pensar en mi hermano va unido naturalmente a muchos sentimientos…y también al de sentirme afortunada. Vivimos juntos los divinos juegos de la infancia, las escaramuzas fraternales de niños con sus fáciles reconciliaciones, las risas transparentes. Después la adolescencia y la juventud, cuando nos conocimos más y mejor. Cuando empezamos a compartir confidencias, complicidades, miradas y palabras. Descubrimos entonces esas misteriosas afinidades que conducen al entendimiento y que hicieron sencillo aprender a querernos también con amistad.

Algunos de vosotros habréis vivido ó estaréis viviendo similares afectos y me entenderéis bien al deciros que esa conquista, añadida al cariño por nuestro vínculo biológico, fue como tocar el cielo con las manos.

Mi hermano es una parte enorme de mi patria, la verdadera. La patria que tiene por geografía los afectos, por territorio las miradas que nos habitan, por raíces los recuerdos; y por identidad musical la voz querida y la risa, esas que un día comprobamos que no es imprescindible oír para poder escuchar.

Ahora estamos obligados a vivir el tiempo de la ausencia. Y lo echamos de menos día a día.

La vida obliga a mirar de frente y a plantarle cara al dolor que produce la añoranza. La añoranza del hijo, del compañero, del padre, del hermano, del amigo…

Quizás sea la poesía una de las mejores formas de expresar los sentimientos con palabras. No podré yo expresar mejor esa voluntad de doblar el sufrimiento que Julio Cortázar en este poema que, si me permitís, termino recitando.

Y también no estar triste.
No crecer con las fuentes, no doblarse en los sauces.
Ancha es la luz para dos ojos, y el dolor danza
en los pechos que aceptan sin flaqueza sus fríos escarpines.

Y no decirte ni lejano ni perdido
para no darle razón al mar que te retiene.
Y elogiarte en la más prefecta soledad
a la hora en que tu nombre es la primera lumbre en mi ventana.

Benditos sean mis ojos
porque tan alto miraron.


PALABRAS DE AIDA TERRÓN


He pedido que alguien lea estas palabras, porque se que, aunque debería hacerlo personalmente, no seré capaz de pronunciarlas en alta voz, sin que la emoción me traicione. Chema me dice que no tengo porqué mantener la compostura –y no la mantendré, seguramente, ni siquiera estando en silencio-. Pienso que, con esta pequeña trampa, podré acompasarme mejor al modo en que él - Cienfuegos, Cienfu-, afrontó los tiempos duros: sin descomponer su gesto, y lo que es más valioso, sin descomponerse íntimamente.

Este pequeño acto quiere hacerse en su Memoria. Lo hace el grupo Eleuterio Quintanilla, que formó parte de su trayectoria vital a lo largo de sus últimos años. En él, con esos compañeros, encontró un espacio profesional e ideológico en el que implicarse, tras otras múltiples militancias: implicarse -desde la acción directa o desde la reflexión más distanciada, ya fuera en la enseñanza, el sindicalismo, la música o el amor- formaba parte de su modo de estar en el mundo. Todos lo sabéis.

Nuestro ordenador está lleno de decenas de archivos con materiales de trabajo para el Grupo Eleuterio Quintanilla: fotografías, música, esquemas, datos, poesías...Elaborar esos materiales, descargarlos, sintetizarlos, componerlos...cientos y miles de horas enganchado a una pasión que le caracterizaba y le honraba. Ya enfermo, se comprometió a presentar en la Facultad de Pedagogía el trabajo sobre el Holocausto. Sabíamos que no podría hacerlo, y el mismo lo temía: varias versiones diferentes de resúmenes y presentaciones -todavía hoy en el ordenador -hablan de su voluntad inquebrantable por hacer lo que debía ser hecho.

Todos sabemos que los actos para honrar la memoria de los que se han ido son un intento de buscar consuelo y de encontrar camino. Su versión más digna, menos exhibicionista, más sentida y honesta, creo yo, es aquella que permite -a quienes estamos presentes en ellos- entrar en comunión entre nosotros, los que le quisimos, para intentar seguir acompañados de lo mejor de la persona que se fue. Aquí estáis muchas de esas personas y quiero agradecer al Grupo Eleuterio Quintanilla que lo haya hecho posible.

Aida


Cienfu...(Maestro, amigo)
Un cadáver en el cementerio de Poago, pedazos de utopías rotas y una huella eminente de su saber vivir entre nosotros

JOSÉ IGNACIO FERNÁNDEZ DE CASTRO

Hemos despedido con palabras rituales, probablemente inútiles, un cadáver? Hemos inhumado, impotentes, unas cenizas en el pequeño cementerio de Poago? El cadáver y las cenizas de José Ángel Pablo Álvarez Cienfuegos.

Él fue Secretario General de Educación de la Federación Asturiana de Comisiones Obreras cuando el sindicato no era aún una agencia para liberados y personal contratado, fue coordinador de Primaria en el Centro del Profesorado y Recursos de Gijón cuando todavía albergaba restos del espíritu innovador de la vieja Casa del Maestro?

Y, viendo la evolución del sindicalismo (ese sindicalismo que acabaría reiterada y paradójicamente condenado en los tribunales por sus abusos en las relaciones laborales), viendo la deriva de los Centros de Formación del Profesorado (esos centros convertidos en burocráticas oficinas expendedoras de certificados vacuos), fue alejándose de todo ello, tomando distancia desde una ironía armada con los mejores y más prístinos ideales, ajenos ya a todo idealismo, para volver al trabajo de base.

Para reconstruir, con los pequeños pedazos de tantas utopías rotas, lo más valioso del impulso ilustrado de emancipación educando personas adultas más allá de todo ritual escolar vacío? O aportando su serena lucidez a las propuestas de educación antirracista del Grupo "Eleuterio Quintanilla"? O sembrando los sones de su saxo, con la Charanga Ventolín, en los alegres alientos de resistencia que aún se agitan contra la sociedad de la impostura, del pensamiento único y la sumisión generalizada?

Ilustración, afán emancipatorio, lúcida distancia, control de la pasión para poder actuar con pericia en lo inmediato, voluntad de esfuerzo manual para desbordar los tópicos intelectuales, disfrute de los sabores de la vida en compañía de su gente? Todo eso, tan difícil y frecuentemente abstracto, se hacía constantemente sencillo y concreto en su mirada, en su voz, en sus pasos? En su manera de ser en un aula de informática llena de amas de casa o en una cena compartida con amigos.

Enseñando siempre, maestro al fin, sin la voluntad solemne de enseñar, donde está, aquí y ahora, la lucha de los más frente al imperio de los menos? Mostrando a sus próximos, sin prurito alguno de ser ejemplo de nada, la distancia precisa que nos permite comprender para actuar en lo inmediato.

Y así fue hasta en los peores momentos de su dejar de ser. Tomando distancia ante su propio deshacerse.

De nada sirven, pues, estos ecos mortuorios. Porque lo que sí importa es la huella eminente que su saber vivir deja entre nosotros.

Publicado en La Nueva España, 28 de noviembre de 2008.

IMÁGENES
En memoria de
José Ángel Álvarez Cienfuegos
(Pinche en las fotos para ampliar)

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