RAMÓN MURIEDAS

(Villacarriedo, Cantabria, 1938)

  Se forma con Víctor Orizaola y Benjamín Mastieles. Continúa su formación en varios países europeos. Recibe una bolsa de estudio por parte de la Fundación March de Madrid. Su primera exposición individual la realizó en 1968 en la galería El Bosco. A partir de este momento realizó numerosas exposición individuales y participó en otras tantas colectivas en España y en otros países. Su prestigio fue en aumento y empieza a tener demanda de obras para distintos museos (Museo de Arte Moderno de Madrid, Museo de Río de Janeiro, Museo de Arte Moderno de Barcelona, Museo de la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre, Museo de Granada, ...).  Su escultura es figurativa, representa preferentemente figuras humanas, modelos que parecen extraídos de la realizad. Su estilo se caracteriza por el aspecto inacabado (en la tradición de Rosso, Rodin y Giacometti...), cuida con detalle los rostros pero descuida los demás aspectos formales: cabellos, vestidos, ... Desarrolla la técnica del modelado tanto en las obras en barro cocido como en los moldes para fundir en bronce.

 

 

La madre del emigrante

 

CONTEXTO HISTÓRICO: la obra fue encargada por el Ayuntamiento de Gijón al artista. Tenía por objeto recordar la emigración asturiana de principios de siglo a América. Se trata de un homenaje a las familias rotas por la emigración, y en especial a las madres que no pudieron volver ver a sus hijos emigrados.

SOPORTE: escultura de bulto redondo.

MATERIAL: Bronce.

TEMA: genéricamente la madre del emigrante.

CONCEPTO: figurativo naturalista, si bien con rasgos impresionistas por la falta de acabado de las ropas, que busca acentuar los efectos de la luz natural sobre el cuerpo, luces, sombras, brillos..

ANÁLISIS: se trata de una figura individual de pie. Al tratarse de una figura de bulto redondo, aislada, no podemos hablar de perspectiva, en todo caso la disposición de los pies y el gesto de su mano sugieren una espacialidad mayor. Está en reposo. Mientras que la masa es consustancial a la escultura, el peso nos es sugerido por la caída de los pliegues.

El rostro de la madre, volumétricamente exagerado para que se imponga el mensaje, nos sugiere una mujer de origen humilde, de vida llena de dificultades a quien abandonan los hijos en plena adolescencia. No tiene preocupación el artistas por otra parte del cuerpo que no sean los rasgos del rostro, la expresión y el gesto de despedida. El rostro expresa el dolor de la separación, muestra una expresión de tristeza, la angustia, a ello contribuye la deliberada desproporción de la cabeza de la anciana.

VALORACIÓN DE LA OBRA: es una obra poco naturalista en las proporciones, el cuerpo es enjuto, la cabeza de una proporción inadecuada. No pueden considerarse estas circunstancias falta de pericia en el escultor. La crítica ha interpretado tales deformaciones como la voluntad del artista de imponer  al espectador una lectura en clave de expresión y comunicación de sentimientos despreocupándose de los valores  plásticos y  formales.

 

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